El reportero gráfico local descubrió en el Sáhara al fotógrafo social que llevaba dentro
Vilagarcía de Arousa, 25 de agosto de 2010
Nadie puede negar la esencia mágica de la fotografía. Esa que hace que de un simple papel en blanco surja algo. Cualquier cosa. Cualquier idea. Incluso un pato doméstico vestido con una pajarita negra al cuello. Porque es justamente esta una de las primeras imágenes que José Luiz Oubiña (Curitiba, Brasil, 27 de septiembre de 1959) recuerda haber tirado y revelado en el baño de su casa. A partir de ahí comenzó a ser el fotógrafo de la orquesta en la que tocaba la armónica barítona, del grupo de teatro en el que actuaba y de los actos de licenciatura de la universidad en la que impartía clases. Pero de aquellos tiempos tan sólo quedan recuerdos. Recuerdos y fotografías analógicas de las que añora su olor a productos químicos. El cuatro de noviembre de 1990, ya con el título de licenciado en Educación Artística en el bolsillo, Oubiña decidió deshacer el camino que su padre emprendiera una vez para bordar con imágenes la realidad gallega. Y vaya si lo consiguió. Con todo, el fotoperiodista reconoce que los logros que ha ido obteniendo se deben gracias al apoyo y el cariño que recibe de su familia: Oralice y sus niños.
Pregunta.- ¿Qué significa la fotografía para usted?
Respuesta.- Es el medio que me llena, que me emociona, que me hace vivir. Una forma de expresión. Hay una cosita que me encanta que aprendí con un fotógrafo de Magnum, Stuart Franklin. Decía en un curso: los fotógrafos de prensa somos la voz de los que no tienen voz.
P.- Ve entonces en la fotografía uno de los medios más adecuados para denunciar…
R.- Creo que sí. Porque la foto está ahí y la foto molesta. Tienes que cerrar el periódico. En la tele pasa el atentado de Iraq pero ya vienen Esperanza Aguirre y Zapatero. Te da, este… un poco dolor de estómago pero sigues tu vida. Y la prensa no. Está ahí, es un testigo. Hay que denunciar siempre. Por más que te aburras…
P.- ¿En Brasil ya se dedicaba al reporterismo gráfico?
R.- En Brasil era el fotógrafo de una revista de sociedad. Pero allá trabajaba como fotógrafo de publicidad. Yo no había tocado el mundo de la prensa diaria hasta que llegué aquí: soy un fotógrafo publicista y de arquitectura.
P.- Lleva casi 18 años en la edición arousana de Faro de Vigo. ¿Cómo lleva lo de ser fotógrafo de prensa local?
R.- Me llena una entrevista, un retrato, o de repente un concierto, una obra de teatro… Pero el día a día es duro. Se vuelve una rutina. Yo me metí en la fotografía para escapar de la rutina, jamás podría estar en un despacho. Jamás. Elegí esto porque puedo pisar la calle, puedo estar con la gente, puedo hablar.
P.- Además le acerca a la sociedad del lugar en el que vive…
R.- Yo estoy en la calle prácticamente 10 o 12 horas todos los días. La gran ventaja del periodismo local es que te mueves y la gente te conoce y tú conoces a la gente. Y eso te abre muchas puertas. Yo siento que la gente tiene mucho cariño por ti. Y otros te odian también, claro. Porque no siempre sacas buenas noticias. Y siempre te ven con el bolso [de la cámara] y cuando no te ven con él, preguntan: “–¿Qué pasa? ¿Y el bolso? –No, hoy estoy de día libre”. Tú sin la cámara no eres nadie.
P.- ¿Está bien pagado el fotoperiodismo?
R.- Depende en qué medio estés. Yo creo que es digno. No puedes ser millonario con el periodismo, pero se vive bien. Pero si quieres mejorar hay que hacer otras cosas. Si te quedas sólo con esto, mal asunto.
P.- ¿Eso implica que ha tenido que recurrir a otras fuentes de ingresos?
R.- Ahora bastante poco. Antes sí tenía mucho. Tenía El País [edición de Galicia], colaboraba con revistas, de vez en cuando hacía una boda de amigos… Ser fotógrafo de periódico tiene un cierto estatus. A veces no eres tan bueno, pero la gente cree que como estás en el periodismo y tal… Entonces te llaman.
P.- ¿Considera que el reporterismo gráfico está ensombrecido por el periodismo?
R.- Yo creo que la fotografía es el gran apoyo del texto. Es un complemento. Si tienes una buena foto y un buen texto, pues es una delicia leerlo. Pero si hay una buena foto y un mal texto, es como si se quedara cojo.
P.- ¿Dentro de una redacción la relación entre periodistas y fotógrafos es de igual a igual?
R.- Creo que hay redactores que se confunden un poco y te tienen un poco como su empleado. Normalmente se creen que somos la propiedad de alguien. Yo creo que no. Somos compañeros y hay un poco que arrimar el hombro y remar juntos. Pero hay gente que rema al revés. Entonces en vez de ir para adelante, das vueltas.
P.- Además del fotoperiodismo, también se dedica a la fotografía artística. ¿Tiene cabida esta en la prensa?
R.- No gusta mucho la foto artística porque es una foto que para el periodista no aporta mucho. Y esa es una filosofía tonta.
P.- Si pudiera elegir, ¿por qué tipo de fotografía se decantaría?
R.- Me gustaría hacer fotografía social, documentalismo. Yo me veo metido en Afganistán, Iraq, Kabul… Esa es la foto que me gustaría hacer de prensa. Estuve en el Sáhara y yo creo que ahí -le dije a mi mujer- un poco descubrí al fotógrafo que yo llevaba dentro. Que lo tenía un poco escondido. Y a nivel artístico me encanta la naturaleza, el estudio, el retrato…
P.- ¿Tiene algo en mente para dejar salir al fotógrafo escondido del que habla?
R.- Me gustaría hacer un proyecto. Aprovechar las vacaciones y hacer algo de este tipo de fotografía. Tengo un proyecto para ir al Sáhara e ir a hacer retratos. Una cosa que domino es la relación con la persona. Mi mujer me dijo una vez: “¡Tardas mucho hablando con la gente!” Pero es que yo lo necesito, yo no puedo llegar, hacerte una foto y marcharme. Eso es una rueda de prensa. En un retrato hay que conocer.
P.- ¿Cree que existen diferencias entre la fotografía latinoamericana y la gallega o española?
R.- Creo que sí. Yo creo que hay mucha influencia en Brasil de la cultura afroamericana. Una cosa que me gusta es la fotografía divertida. Yo busco siempre que haya una sonrisa. Creo que estamos llenos de mala noticia todos los días: guerras, bombas, atentados, terrorismo… Yo busco también que mi foto haga reír o sonreír, o que alumbre los ojitos de alguien. Y la foto divertida es muy latina. Se juega mucho con la música, con las palabras, con la poesía… todo es un juego. Es un poco buscar divertirse.
P.- ¿Percibe que en España se valora de diferente manera la fotografía hecha por inmigrados a la realizada por personas nacionales?
R.- Creo que el inmigrante trae las costumbres y la mirada de su país de origen. Y después se suma a donde estás viviendo. Yo creo que es una mezcla de las dos culturas. Pero yo no siento racismo. También soy blanco y… el acentito brasileño le cae bien a la gente.
P.- Ha sido nombrado fotógrafo del año en 2008 por el Club de Prensa de Ferrol. ¿Para cuándo el Pulitzer?
R.- [Risas]. No sé, cuando toque. Yo creo que la vida es un camino. Si está el Pulitzer por ahí, tocará. Si no, seguiré caminando y fotografiando.
Entrevista por Deborah Castro
Fotos de Marthazul
felicitaciones!!! la foto esa de los ojos-micrófono me la ampliaría para la mesilla de noche!!!!
ResponderEliminarexcelente!
Magnifica entrevista, noraboa!
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