5.7.17

Yajaira Miquileno: "Soy una piedra de color"

Ser sensible al mundo y a los seres que lo habitan es indispensable para ejercer todos los oficios a los que se ha dedicado y dedica Yajaira Miquileno. Tal vez por eso también es una observadora y oledora de gotas profesional... 

Vilagarcía de Arousa, 5 de julio de 2017
Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía
Yajaira Miquileno es una mujer que no pasa desapercibida, la conocimos en una cena entre colegas, a Marta de repente le dio hipo y ella muy amable le indicó cómo hacer para que el hipo despareciera por arte de magia. Efectivamente el hipo se fue, pero no gracias a la magia, más bien al gran conocimiento que Yajaira tiene sobre el cuerpo y el espíritu humano, había que presionar un punto determinado en la muñeca y listo. Con Yajaira todo es así: magia efectiva por un profundo conocimiento sobre el ser humano, sobre el arte y la ciencia.

P.- ¿Cómo es el sitio donde naciste – viviste antes de venir aquí?

R.- Nací en Caracas a medio metro de la Montaña el Ávila, siempre se llamó el Ávila, pero con el gobierno de Chávez se le cambió el nombre a Waraira Repano. Es una montaña muy grande que hace que Caracas esté en un Valle, hay una vegetación impresionante, hay cascadas... Y cuando llegas ahí por un lado ves toda Caracas y del otro ves el mar.

Hasta los 7 años viví en Caracas y estudié en un colegio que se llamaba Teresa Carreño (nombre una gran pianista Venezolana) y luego nos fuimos a otro sitio que se llama La Victoria, que es la ciudad de la juventud, ahí estudié la primaria y secundaria. Cuando hice la universidad volví a Caracas.

Antes de acabar la carrera di clases de educación plástica en algunos institutos, aunque allá se llaman Liceos.

P.- ¿Cómo fue qué decidiste venir aquí a Galicia?

R.- Por un Máster en Creatividad que ofrecía la Universidad de Santiago de Compostela, yo estuve en la segunda promoción. La empresa donde yo trabajaba, ofrecía la posibilidad de estudiar un máster, yo presenté el examen y gané la beca. Había dos opciones, una era en Galicia y la otra en Vancouver, yo elegí la segunda porque cuando presenté mis papeles y poco antes de ir a hacer la entrevista, se quemó la embajada de Canadá. Se terminaba en plazo para presentar los documentos, así que tuve que elegir Santiago de Compostela, y lo único que yo sabía de Santiago era que llovía mucho.

P.- ¿Cuál era la empresa que te ofrecía la beca?

R.- El Museo Arqueólogico del Táchira en Venezuela. Era una especie de capacitación y yo debía volver al terminar el máster. Al final no volví, a pesar de que mi cargo era fijo, lo removieron y metieron a otra persona, yo no iba a perder mi tiempo buscando abogado llegando allá, es decir, que estando aquí me quedé sin trabajo.

P.- ¿Y a qué te dedicabas en el Museo Arqueólogico del Táchira?

R.- El Museo Arqueológico del Táchira es un Museo de Sitio, está en la frontera con Colombia, antes era una Hacienda de café, y es un sitio precioso. En el museo era jefa del Departamento de Promoción y Educación, hacía todo lo que tenía que ver con talleres para niños, para docentes, para padres y madres de familia, la idea era hacer intervención comunitaria a través del museo, hacía talleres de arquitectura para niños, de periodismo infantil, con la intención de que los niños y adultos interactuaran para quitar el concepto de guardería que había en los talleres vacacionales. Trabajaba mucho con los sentidos, utilizaba barro con la música y el movimiento.

Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía

P.- ¿Cuando viniste aquí te imaginabas que te ibas a quedar?

R.- No, de hecho yo siempre decía para qué quiero nacionalidad si me voy, para qué quiero la residencia si me voy... Mi idea era prepararme para aplicar lo que había aprendido en Venezuela y también lo que había desaprendido. Es bravo porque tuve que aprender a desaprender, gestos como que no puedo tocar a las personas si hablo con ellas, que no puedo ser cariñosa, que no puedo sonreír más de lo debido porque entonces o estoy loca o me he fumado una lumpia cuando no es así.

Después de terminar el Máster de “Creatividad aplicada total a la Educación, Arte y Empresa” ya desapareció. Hice otro máster de “Arqueología de Paisaje y Patrimonio Cultural Gallego”, luego hice “Logopedia” con la universidad de Alcalá de Henáres, viniendo ellos a dar clases a la Universidad de Santiago. Todo era para aplicarlo en Venezuela, y al final resulta que ni lo apliqué allí ni lo apliqué aquí. Estuve seis años estudiando. Todos lo que estudié me lo pagó Venezuela, era un beca a crédito, pero por sacar las máximas notas no tuve que pagarlas.

P.- ¿Por qué decidiste emigrar? (Siempre pensó en volver)

R.- Decidí quedarme porque allá las cosas empezaron a complicarse, y porque yo tenía un niño pequeño, sino estaría en Inglaterra o en Tazmania o qué sé yo.

P.- ¿Entonces te sentiste a gusto en Santiago de Compostela?

R.- Sí, pero con la dificultad de que no hay trabajo, cuesta mucho encontrar trabajo. Trabajé en un gimnasio dando Yoga, pero trabajar en algo que tuviera que ver con mi carrera no, lo más cercano fue hacer un siglado de material arqueológico de Vigo.

Viví 7 años en Santiago de Compostela. El primer día que llegué viajé en el tiempo, llegué con luz, me acosté a dormir y desperté con luz, y pensé qué sucedía, por qué aquí no anochecía nunca...


P.- ¿Qué impresión tuviste de los gallegos en tus primeros años?

R.- La primera vez que pedí un jugo de naranja la camarera me dijo “Querrás decir: un zumo” después le pedí un pitillo y me trajo un cigarro, yo le dije que eso no era un pitillo y le señalé lo que quería, ella me respondió que eso era una pajilla. En Venezuela pajilla es otra cosa, así que comencé a jugar con el lenguaje y es totalmente distinto.

Cuando se va acercando el invierno todos se visten de negro, miran hacia el suelo, la lluvia, los paraguas negros, la gente choca con los paraguas, y yo... No pude, me tuve que vestir toda de rojo, para mí eran como muertos en vida, no sé... Claro es que son culturas muy distintas, yo vengo del color y me encuentro con la piedra. La piedra también es un indicativo de cómo es la gente en el sitio.

Ahora, después de tantos años, soy una piedra de color.

P.- ¿Cuántos años llevas viviendo en Galicia?

R.- 18 años, desde Julio de 1999

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de Galicia y de estar aquí?

R.- Del sitio lo que más me gusta es el olor de la gota de agua y me encanta ver las gotas cuando caen en las plantas. El verde de Galicia, había un pintor que decía que tiene 17 tonos de verde en el paisaje, en ese sentido es muy rico.

Que tiene poca apertura, es cierto, como emigrante lo siento. A mí me ha pasado, de buscar un trabajo y por mi acento no me lo dan. Desconfían de mi curriculum y no me creen mis estudios. O que si tengo muchos estudios, no sé cuál es el valor que tienen de los estudios latinoamercianos. De hecho cuando homologué mi título recibí una carta del Ministerio de Educación preguntándome “¿Con qué homologamos su título que no sabemos?”...

P.- Y además de las gotitas de lluvia de Galicia, qué te gusta de los gallegos y de las gallegas.

R.- Es difícil mantener una relación con el gallego, debes ir poco a poco, debes ganarte su confianza porque en principio son muy desconfiados, si le dices algo, no te creen, pero tampoco averiguan si es verdad y te encuentras con ese choque. Mi vivencia en Santiago con gente gallega dentro de la universidad fue muy distinta, hay más apertura, a la gente le da igual de dónde eres, interactúan. Cuando me mudé a Vilagarcía vi a la población real, lo que es tener un vecino, lo que es ir al mismo quiosco durante dos años y que te atienda la misma persona, que a lo mejor nunca te sonríe o que no da la posibilidad de hablar con ella. Cuando comencé con clases de Yoga, clases con el movimiento, conocí otro tipo de gente, gente que te aprecia. Con ellos la relación sí que es distinta, pero por ejemplo mi vecina después de 5 años no sé ni cómo se llama, les das los buenos días y no te contesta, parece que hablas con el ascensor. Hay como un rechazo implícito, no digo que siempre sea así, pero es algo que percibo. No obstante hay gente maravillosa que es de aquí, con la cual he compartido mucho, y hay otra que un día te dejan de hablar y no sabes por qué. Pero así son, después entendí que el tiempo y la salida del sol, tiene mucho que ver con ello, a veces no es una cosa con uno, sino con ellos mismos. Necesitarían mover más las cadera, más la columna vertebral, qué más da si eres bajito, más alto, más blanco, más negro, al final el sistema es el mismo y vamos a ir todos a la misma dimensión.

P.- ¿Qué dificultades has vivido por ser mujer inmigranta?

R.- ¡¡Uy por supuesto!! No es lo mismo ir con un masculino al lado y si es musculoso mejor y si es de aquí mejor que mejor. Cuando yo llegué a Vilagarcía no me alquilaban el piso porque no sabían quién era el papá de mi hijo, hasta que le dije a la señora de turno que soy viuda. Entonces hubo una comprensión porque ella también lo era. Pero mujer “sola” con hijos, eso ya es un impedimento pero hasta para tener trabajo. Sola con niño, se le enferma el niño, tiene que pedir permiso...

Ser mujer y latina ¡ufff! es una combinación de muerte lenta. Y para el masculino también, la mayoría que se te acercan te quieren descubrir, te quieren experimentar, te ven como un objeto al que hay que ver cómo funciona.

Eso de ser mujer es muy complicado.

P.- ¿Qué echas de menos de Venezuela?

R.- Todo, lo extraño todo, el clima, la gente, la facilidad con la que se dan las cosas, las veces que voy, me sale trabajo sin buscarlo, la gente me pide talleres. La valoración profesional es totalmente distinta.

Extraño la comida, las playas. La energía. La energía no es buena ni mala, la energía está y no está. Estar aquí y vivir las estaciones me hizo comprender el día a día y que cada cosa es distinta. Allá para mi era normal que el sol saliera todos los días. Yo empecé a extrañar al sol estando aquí.

Si hoy hace sol, debo de disfrutarlo porque mañana no lo sé.

¿Qué me encanta de aquí? la tranquilidad social. Me puedo tomar un café a las tres de la mañana y volver a mi casa, las probabilidades de que me suceda algo son mínimas.

P.- ¿De cuando te fuiste de Venezuela, hasta ahora, es otro país?

R.- Otro, el que justamente comenzaba de agarrar Chávez, ése que me dio la oportunidad de venir para acá...

P.- ¿A veces no piensas que tarde o temprano habrías acabado saliendo de ahí?

R.- Sí, eso lo pienso hoy en día, lo que hice fue adelantar lo que hubiese hecho después con más esfuerzo (es posible que haga un pintura de eso). Hubiera salido por obligación como todos mis amigos. Mis amigos están en Panama, en Chile, en Estados Unidos... Antes no sabía dónde quedaba Venezuela, ahora sé que queda en todas partes.

P.- Hace unos días vimos el programa “En Tierra Hostil” de la Sexta, estuvieron en Caracas y pudimos ver todas las vicisitudes a la que se enfrentan los venezolanos en su día a día...

R.- Sí es terrible. La última vez que fui a Caracas, mi amiga con la que me quedé, se levantó a las tres de la mañana para ir con su hijo a hacer fila para comprar pañales para su nieto, de una cola pasaba a otra, pero no consiguió comprarlos, con riesgo de que te asalten o que te maten.

Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía
P.- Si pudieras volver, y si te ofrecieran un buen trabajo ¿Volverías?

R.- No, no lo haría, yo ayudo más a mi familia desde aquí que estando allá. Desde aquí puedo enviarle veinte euros a mi papá y él vive, yo estando allá para conseguir ese mismo dinero es la odisea del espacio. De momento no pienso volver. Si vuelvo, lo haría al sur, a la parte del Amazonas. El sur es más seguro. A la zona indígena no llegan los malandros.

P.- ¿Ahora mismo cómo te encuentras aquí?

R.- “Llorar no quisiera pero no encuentro manera”... En expectativa de conseguir algo, acabo de meter curriculum en una universidad de México, es un posibilidad. Lo que se me hace más difícil de aquí es el trabajo y si voy a pasar así más tiempo, pues no lo sé. Aquí con más de 35 años no sirves para nada.

P.- ¿Alguna sugerencia para futuras inmigrantas paisanas tuyas que quisieran venir a Galicia?

R.- Estar aquí sin dinero, sin trabajo, sin documentación, sin nadie que te respalde creo que es aún más duro que quedarse en Venezuela. No lo va tener nada fácil.

P.- ¿A ti no te da rabia que con todo lo que sabes no puedas explayarte en toda su amplitud?

R.- Profesionalmente me siento como la película: Atrapada y sin salida. Tal cual, porque tengo una vertiente de posibilidades para trabajar con la gente de cosas que se necesitan y te cierran las puertas. Y cuando vas, han agarrado parte de tu proyecto, ellos lo promueven como si fuera suyo, lo aplica otra persona que no tiene ni idea, y ahí ya no te dan más ganas de meter nada a organismos oficiales.

P.- ¿A qué te dedicas aquí?

R.- Hice la homologación de mi título de quiromasajista y osteópata, así que hago masajes descontracturantes, corrección de columna vertebral, y la mayoría de la gente me busca por contracturas. He trabajo en algún balneario, en algún gimnasio. Por otro lado también imparto talleres para la tercera edad, de memoria, de activación corporal, de arteterapia, y de pintura para llegar en esa persona el equilibrio interno. Me he dado cuenta que es un lugar donde la gente se deprime muy fácilmente.

P.- ¿Algo que no te haya preguntado y que quieras añadir tú?

R.-Sí, no me has preguntado por mi vida amorosa aquí en España, eso es importante, bueno dice la gente que es importante. Mi vida amorosa en España ha sido: A (sin) Morosa. Me cuesta la comunicación con el gallego.

P.- ¿Consideras que a ti como mujer y migranta te ha afectado el gobierno de Mariano Rajoy del PP?

R.- Sí por supuesto. No lo soporto. Cuando estaba Zapatero las cosas funcionaban distinto, había más flexibilidad. El PP ha quitado muchas leyes para los emigrantes, sacar la nacionalidad ahora cuesta muchísimo.

P.- ¿Cómo es tu relación con los venezolanos radicados en Galicia?

R.- Los venezolanos que están aquí son una colonia donde cada quién está sobreviviendo en lo suyo, pero yo particularmente no tengo mucha amistad con ellos, me relaciono mucho más con la gente de acá... Es contradictorio pero es así, el venezolano que está afuera no es como el colombiano emigrado, por ejemplo, un colombiano que ejerce de carpintero, cuando va a dejar ese trabajo, busca a otro colombiano para que quede en su lugar, el venezolano no, simplemente dejaría el trabajo y no le diría a nadie, no somos un colectivo tan solidario como otros.

P.- ¿Qué crees que pase en Venezuela en los próximo años?


R.- Esto tiene que desaparecer en algún momento, y si no desparece habrá un dictadura como la de los Castro en Cuba, pero una dictadura desastrosa, porque han arruinado todo, no se produce nada en el país. Por ejemplo, puedes encontrar una leche mexicana o un tinte de iraní, hay productos muy malos que llegan. Donde había caña, quitaron la caña y pusieron tomate, y ahora no se da ni caña ni tomate. Su comunismo ha sido de igualdad, todos a empobrecerse.

Entrevista por: Augusto Metztli
Edición de: Marthazul
Las fotos son de: Marthazul

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.

Te puede interesar