30.1.19

Kristina Sabaite: Me gustaría que el arte se valorase más

El lenguaje visual que utiliza Kristina Sabaite es muy característico, su estilo es muy reconocible y conmovedor, en él vierte sus sueños, compromisos, convicciones, y su congruente vida cotidiana. Es una ilustradora vegana y eso me parece maravilloso, porque la empatía es una consecuencia del veganismo.

Vilagarcía de Arousa, 31 de enero de 2019
Fotografía cedida por Kristina Sabaite.
Kristina es la primera ilustradora a la que escuché hacer converger el amor a los animales y el oficio de ilustrador en un mismo camino. Sus dibujos, sus colores y sus historias son las herramientas con las que trabaja, y con las que nos emociona y hace reflexionar. 

P.- ¿Dónde naciste, cómo es... (para que podamos imaginarlo)?


R.- Nací en Kaunas, la segunda ciudad más grande del un país bastante pequeño que se llama Lituania y tiene alrededor de 3.5 millones de habitantes. Cuando nací, en la primavera de 1979, Lituania era un país bastante diferente de como es ahora. De aquella, pertenecía a la Unión Soviética y se llamaba República Socialista Soviética de Lituania, el nombre que se le ha otorgado cuando en 1940 fue invadida por la Unión Soviética. Toda esa infancia soviética forma parte de mi imaginario de la niñez, llena de cosas que no lograba entender, adultos que medían sus palabras y sus actos, un mundo aparentemente bonito, pero lleno de dramas humanos. Por otro lado, visualmente también ha tenido mucho impacto en mí, desde los libros y las animaciones que veía hasta los ambientes en los que vivía la gente. Dibujaba las cosas que veía y también las políticas, como los niños vestidos de pioneros o manifestaciones de régimen con toda mi inocencia infantil. Luego, he vivido la independencia de Lituania y más tarde la entrada a la Unión Europea. A veces, me da la sensación de haber vivido en tres países diferentes y muchas vidas distintas, como si fuese un teatro en el que se cambiaban los escenarios y los personajes y como soy una persona muy observadora, todo eso forma parte de mi mundo creativo. Lituania, es un país muy bonito, con su bagaje cultural e histórico muy rico, cuya lengua es una de las lenguas más antiguas todavía vivas y habladas, un país luchador que siempre quiso mantener su independencia y su personalidad.

Dibujo de Kristina Sabaite de cuando era niña.

P.- ¿Cómo decidiste venir a España, en concreto aquí a Galicia?



R.- Nunca fue mi intención emigrar, pero a través de irc (que era un chat muy popular en el año 2005) he conocido al que ahora es mi marido, Karolis. Nos reuníamos en un chat de fans de grupo Jamiroquay, Karolis desde Vigo y yo desde Kaunas. Intercambiábamos canciones que nos gustaban y pasábamos las noches hablando. Hemos congeniado mucho y un verano nos conocimos en vivo. Pero había un problema, Karolis llevaba años viviendo en España y yo seguía estudiando en la universidad (me quedaban 2 años para acabarla). Así que cada 4 meses, iba a Galicia a visitarlo y empezó a gustarme aquella tierra. Después de valorarlo un poco, decidí irme a vivir a dónde él, considerando una interesante experiencia probar vivir en un país distinto y empezar todo desde cero.

P.- ¿Qué impresión tuviste de los gallegos y gallegas?

R.- Muy buena. Me he sentido muy bien recibida, me parecieron muy hospitalarios. Quizás, porque casi en cada familia hay gente que ha emigrado y saben lo que es sentirse que vienes de fuera y todo es nuevo. Y te hacen estar a gusto. Lo único, que sentía una especie de pequeña distancia y diferencia cultural a la hora de hacer amigos. Yo estoy acostumbrada a amistades muy íntimas, de que te inviten a casa a tomar algo, de mucho contacto personal, de dos en dos, pero en Galicia he notado que la gente mantiene amigos de la infancia y que puedes tener muchos “colegas” para tomar algo en un bar o quedar con mucha gente, pero trazar unas amistades más cercanas, viniendo de fuera, no es fácil. Con el paso de tiempo, sí he encontrado amigos muy cercanos. Y a nivel profesional, la gente gallega siempre han sido muy generosos conmigo, me han dado muchas oportunidades dentro de sector de la ilustración y me han hecho sentir valorada y acompañada.

P.- ¿Cómo llevaste lo del idioma, bueno, lo de los idiomas (español y galego)?

R.- Creo que el idioma es muy importante para poder adaptarse a un nuevo lugar. Al principio me sentía rara porque no me podía comunicar ni expresarme. Y decidí aprender a hablar castellano muy bien para poder hablar con la gente y tener contactos sociales y profesionales. Con el gallego tuve más problemas, porque a pesar de entenderlo perfectamente, me cuesta hablarlo, ya que paso la mayoría del tiempo trabajando en casa y no tenía muchas oportunidades de practicarlo. Eso sí, he leído varios libros y me alegro de ir mejorando!

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de Galicia y de haber estado aquí?

R.- Muchas cosas! Galicia siempre será parte de mi vida. Vivir allí fue una etapa bonita y uno de mis hogares. Allí alquilé mi primera casa independiente, re-descubrí el dibujo y desarrollé mi lenguaje artístico, empecé mi activismo por los animales y a dedicarme a la ilustración, a dar cursos. Y me tiré de cabeza a la vida adulta y sus problemas! Me doy cuenta que han sido muchas primeras veces :) Me encanta la naturaleza, el Atlántico, ese aire fresco que viene del Mar, las gaviotas, la calidez de la gente! Aunque ahora vivo lejos, mantengo contacto con la gente que he conocido y ha formado y forma parte de mi vida. 14 años son muchos y dan para muchas experiencias, la verdad que me llevo muy buenos recuerdos de haber vivido allí.


P.- ¿A qué dificultades te enfrentaste por ser mujer, inmigranta y artista?

R.- Los primeros años me sentía muy frustrada, porque al no tener permiso de trabajo no podía aspirar a tener un trabajo. Era recién licenciada, con 7 años de estudios universitarios, dos carreras y muchas ansias para ganarme mi propio dinero, pero no podía hacer nada...Y solo podía trabajar como autónoma, que era una opción demasiado cara e imposible en aquel momento. Me sentía con muchas ganas de trabajar y a la vez atrapada en una trampa burocrática. Tampoco pude convalidar mis diplomas, porque no había profesiones que sean como las que he cursado en Lituania. La parte buena, es que todas esas circunstancias me han llevado a experimentar con el arte, por parte un poco por la desesperación y una forma de autorrealización. Tenía que esperar a que Lituania entrase en la Unión Europea, y mientras tanto empecé a construir un plan B, mi carrera artística. Ahora lo agradezco. Ser mujer, artista e inmigranta es algo muy amplio, hay realidades muy distintas dentro de “mujer inmigranta”, quizás menos en “artista”. Depende de de qué país vienes, qué color de piel tienes, si sabes hablar y escribir, si tienes papeles, permisos, si vienes sola, con familia, tienes pareja, si tienes quién te ayude, etc. Yo he venido acompañada y no estaba sola ( mi pareja tenía trabajo y ayuda de su familia). Y ser mujer, bueno... Siempre tiene dificultades según qué situaciones. Ser mujer, artista e inmigrante me ha llevado a situaciones un tanto paternalistas, pero con el tiempo una aprende a defenderse y a dejar de justificarse por todo. Y también no gastar tiempo metida en discusiones sin mucho sentido.


P.- ¿Siempre has podido mantenerte de tu trabajo como ilustradora?

R.- No, no siempre. El mundo de la ilustración es bonito visualmente y tiene muchos prejuicios. Realmente no es fácil vivir de la ilustración. Desde fuera, solemos ver los resultados y no el proceso, ni la parte económica del proceso. Muchas veces los ilustradores nos avergonzamos al hablar de ese tema, porque la gente asocia el arte a algo bonito y los artistas a personas vocacionales, que no se quejan. Sigo haciendo mil equilibrios para poder (sobre) vivir. Me gustaría tener la tranquilidad económica y poder crear proyectos bellos y significantes sin esta presión constante, espero poder hacerlo pronto. Me da pena que el arte se valore tan poco. Que no parezca caro comprar unas zapatillas hechas de plástico que estarán rotas en 6 meses, pero comprar una obra única de arte original, una lámina o un libro, sí. Afortunadamente, las cosas cambian. Cada vez hay más gente enamorada de los libros, objetos de arte y muy interesados en la ilustración. Gracias a ellos y a los ilustradores que acercan esa forma de arte al público más grande, las cosas están cambiando.

P.- ¿Cómo fue que decidiste hacerte vegana?

R.- Ya desde pequeña mostraba mucha sensibilidad hacia los animales. Cuando comía peces, les tapaba los ojos con la lechuga. Había animales que no quería comer, porque los veía dentro de mis libros favoritos. Me acuerdo que mi padre me dijo que las ovejas se comían y me entró mucha tristeza. Y aún así, al depender de mis padres y otros adultos, he asumido que tenemos que comer animales. Poco a poco, ya siendo adulta, iba sintiendo cosas -había excluido algunos animales de mi menú, pero me comía otros, y tampoco me sentía muy cómoda con ello-. Un día, mientras dibujaba me puse a ver el documental “Reino apacible”. Era un documental que me ha llegado al alma. Salían los santuarios de animales, la gente que recogía a animales “de granja” abandonados en la carretera por ser “defectuosos” para el consumo, tirados en contenedores, etc. De repente viendo cómo revivían dentro del santuario y eran tan simpáticos e inteligentes como mi perro, me he preguntado qué postura voy a tomar frente a mi propia incongruencia y si yo, al comprar productos animales también soy partícipe de cosas que por mí misma no haría. Y aquí estoy, 8 años de vegana :)


Kristina trabajando junto su compañera inseparable Björk


P.- ¿Cómo es un día en tu vida (un día laborable)?

R.- Primero, te diría que todos los días de la semana son laborables para mí. Todo depende del trabajo que tenga que hacer y fechas. Soy una persona más nocturna que madrugadora, así que me organizo a hacer los trabajos según la energía que tengo: por la mañana suelo hacer recados, contestar mails, hacer cosas administrativas, cosas que no requieran mucha concentración. Mi pico productivo es dese las 17 a 21 y allí es dónde me pongo a trabajar seguido. Luego, por la noche, me gusta hacer bocetos, dibujar, crear textos e ideas. Mi creatividad es muy nocturna y normalmente en la noche es cuando encuentro soluciones buenas a los problemas. A veces le doy vueltas a algo todo el día, pero luego llega la noche y en media hora ya sé lo que tengo que hacer. Cuando tengo pausas en el trabajo (que es difícil, porque trabajo desde casa), busco tiempo para hacer un poco de vida social (aunque soy más de estar en casa), hacer ejercicio o leer.

P.- ¿Por qué decidiste mudarte a Barcelona?

R.- Hace tiempo tanteamos la idea de vivir en una gran ciudad. Barcelona me parecía perfecta, la primera vez que he ido, sentí un flechazo. Además, me gustan los cambios, no soy una persona sedentaria en este sentido. Los cambios buenos, por supuesto. Necesito salir de la rutina, de lo conocido, cambiar de decorado. Me limpia mucho y me hace renacer. Me gusta cambiar de lugar, absorber cosas nuevas y aprender. A veces pienso, que quizás mi bagaje personal tiene que ver – siempre he deseado tener libertad, tomar mis propias decisiones y a veces, necesito mezclarme entre la gente que no me conoce y a reconstruirme de nuevo. En una ciudad como Barcelona una puede aprender cosas nuevas y salir de lo conocido. Soy una persona que no siente raíces, no me siento apegada a ningún lugar en concreto. Digamos que como mi “Niña Cactus” (web comic propio), me puedo “trasplantar” a diferentes macetas con mucho gusto :) Y ahora mi maceta es esta.

P.- ¿Sientes morriña ahora que no vives en Galicia?

R.- Me vienen muchos recuerdos de Galicia, sueño a menudo con los lugares y cosas que me pasaron allí. Al fin y al cabo, han sido 14 años! Siempre tendré esta parte gallega y lo bueno es tenerla relativamente cerca y poder visitarla cuando sienta mucha morriña. Sobre todo echo de menos a mis amigos, nuestras comilonas juntas, el Atlántico y la naturaleza.

P.- ¿Qué echas de menos a tu tierra de nacimiento?

R.- Te diría que soy una persona muy desapegada y también con mucha imaginación, por ello mis recuerdos o cosas que quiero revivir están muy presentes. Me vienen recuerdos, pero no lo paso mal. Además, muchas cosas a las que echo de menos, ya no están. Lo que más echo de menos son esos cambios tan marcados de estaciones: otoño con hojas de colores, invierno y su nieve y los árboles desnudos, primavera y las flores por todas partes y el verano, que parece que trae una eterna fiesta a la ciudad.


Entrevista por: Augusto Metztli
Edición de: Marthazul
Las fotos son de: Kristina Sabaite


29.1.19

Ilustraciones de Kristina Sabaite

Para conocer más sobre el trabajo de Kristina o contactar con ella, puedes visitar su espacio virtual kristinasabaite.com y sus redes sociales instagram.com/kristinakrize y facebook.com/KristinaSabaiteIllustration.

Si quieres comprar sus ilustraciones originales, láminas o postales visita su tienda www.etsy.com/es/shop/krize.










27.1.19

Un par de dibujos míos, de cuando yo tenía 7 años






"Y te adjunto un par de dibujos míos, de cuando yo tenía 7 años (en 1986-1987), que muestran las cosas políticas que veía. 

Cuando hiciste la pregunta sobre Lituania y mi infancia, justo me encontré esos dibujos y me hizo ver cómo los niños no entendemos lo que pasa y lo hacemos todo "nuestro", aplicamos dulzura e inocencia a cosas que vemos y no entendemos."

Kristina Sabaite.

5.7.17

Yajaira Miquileno: "Soy una piedra de color"

Ser sensible al mundo y a los seres que lo habitan es indispensable para ejercer todos los oficios a los que se ha dedicado y dedica Yajaira Miquileno. Tal vez por eso también es una observadora y oledora de gotas profesional... 

Vilagarcía de Arousa, 5 de julio de 2017
Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía
Yajaira Miquileno es una mujer que no pasa desapercibida, la conocimos en una cena entre colegas, a Marta de repente le dio hipo y ella muy amable le indicó cómo hacer para que el hipo despareciera por arte de magia. Efectivamente el hipo se fue, pero no gracias a la magia, más bien al gran conocimiento que Yajaira tiene sobre el cuerpo y el espíritu humano, había que presionar un punto determinado en la muñeca y listo. Con Yajaira todo es así: magia efectiva por un profundo conocimiento sobre el ser humano, sobre el arte y la ciencia.

P.- ¿Cómo es el sitio donde naciste – viviste antes de venir aquí?

R.- Nací en Caracas a medio metro de la Montaña el Ávila, siempre se llamó el Ávila, pero con el gobierno de Chávez se le cambió el nombre a Waraira Repano. Es una montaña muy grande que hace que Caracas esté en un Valle, hay una vegetación impresionante, hay cascadas... Y cuando llegas ahí por un lado ves toda Caracas y del otro ves el mar.

Hasta los 7 años viví en Caracas y estudié en un colegio que se llamaba Teresa Carreño (nombre una gran pianista Venezolana) y luego nos fuimos a otro sitio que se llama La Victoria, que es la ciudad de la juventud, ahí estudié la primaria y secundaria. Cuando hice la universidad volví a Caracas.

Antes de acabar la carrera di clases de educación plástica en algunos institutos, aunque allá se llaman Liceos.

P.- ¿Cómo fue qué decidiste venir aquí a Galicia?

R.- Por un Máster en Creatividad que ofrecía la Universidad de Santiago de Compostela, yo estuve en la segunda promoción. La empresa donde yo trabajaba, ofrecía la posibilidad de estudiar un máster, yo presenté el examen y gané la beca. Había dos opciones, una era en Galicia y la otra en Vancouver, yo elegí la segunda porque cuando presenté mis papeles y poco antes de ir a hacer la entrevista, se quemó la embajada de Canadá. Se terminaba en plazo para presentar los documentos, así que tuve que elegir Santiago de Compostela, y lo único que yo sabía de Santiago era que llovía mucho.

P.- ¿Cuál era la empresa que te ofrecía la beca?

R.- El Museo Arqueólogico del Táchira en Venezuela. Era una especie de capacitación y yo debía volver al terminar el máster. Al final no volví, a pesar de que mi cargo era fijo, lo removieron y metieron a otra persona, yo no iba a perder mi tiempo buscando abogado llegando allá, es decir, que estando aquí me quedé sin trabajo.

P.- ¿Y a qué te dedicabas en el Museo Arqueólogico del Táchira?

R.- El Museo Arqueológico del Táchira es un Museo de Sitio, está en la frontera con Colombia, antes era una Hacienda de café, y es un sitio precioso. En el museo era jefa del Departamento de Promoción y Educación, hacía todo lo que tenía que ver con talleres para niños, para docentes, para padres y madres de familia, la idea era hacer intervención comunitaria a través del museo, hacía talleres de arquitectura para niños, de periodismo infantil, con la intención de que los niños y adultos interactuaran para quitar el concepto de guardería que había en los talleres vacacionales. Trabajaba mucho con los sentidos, utilizaba barro con la música y el movimiento.

Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía

P.- ¿Cuando viniste aquí te imaginabas que te ibas a quedar?

R.- No, de hecho yo siempre decía para qué quiero nacionalidad si me voy, para qué quiero la residencia si me voy... Mi idea era prepararme para aplicar lo que había aprendido en Venezuela y también lo que había desaprendido. Es bravo porque tuve que aprender a desaprender, gestos como que no puedo tocar a las personas si hablo con ellas, que no puedo ser cariñosa, que no puedo sonreír más de lo debido porque entonces o estoy loca o me he fumado una lumpia cuando no es así.

Después de terminar el Máster de “Creatividad aplicada total a la Educación, Arte y Empresa” ya desapareció. Hice otro máster de “Arqueología de Paisaje y Patrimonio Cultural Gallego”, luego hice “Logopedia” con la universidad de Alcalá de Henáres, viniendo ellos a dar clases a la Universidad de Santiago. Todo era para aplicarlo en Venezuela, y al final resulta que ni lo apliqué allí ni lo apliqué aquí. Estuve seis años estudiando. Todos lo que estudié me lo pagó Venezuela, era un beca a crédito, pero por sacar las máximas notas no tuve que pagarlas.

P.- ¿Por qué decidiste emigrar? (Siempre pensó en volver)

R.- Decidí quedarme porque allá las cosas empezaron a complicarse, y porque yo tenía un niño pequeño, sino estaría en Inglaterra o en Tazmania o qué sé yo.

P.- ¿Entonces te sentiste a gusto en Santiago de Compostela?

R.- Sí, pero con la dificultad de que no hay trabajo, cuesta mucho encontrar trabajo. Trabajé en un gimnasio dando Yoga, pero trabajar en algo que tuviera que ver con mi carrera no, lo más cercano fue hacer un siglado de material arqueológico de Vigo.

Viví 7 años en Santiago de Compostela. El primer día que llegué viajé en el tiempo, llegué con luz, me acosté a dormir y desperté con luz, y pensé qué sucedía, por qué aquí no anochecía nunca...


P.- ¿Qué impresión tuviste de los gallegos en tus primeros años?

R.- La primera vez que pedí un jugo de naranja la camarera me dijo “Querrás decir: un zumo” después le pedí un pitillo y me trajo un cigarro, yo le dije que eso no era un pitillo y le señalé lo que quería, ella me respondió que eso era una pajilla. En Venezuela pajilla es otra cosa, así que comencé a jugar con el lenguaje y es totalmente distinto.

Cuando se va acercando el invierno todos se visten de negro, miran hacia el suelo, la lluvia, los paraguas negros, la gente choca con los paraguas, y yo... No pude, me tuve que vestir toda de rojo, para mí eran como muertos en vida, no sé... Claro es que son culturas muy distintas, yo vengo del color y me encuentro con la piedra. La piedra también es un indicativo de cómo es la gente en el sitio.

Ahora, después de tantos años, soy una piedra de color.

P.- ¿Cuántos años llevas viviendo en Galicia?

R.- 18 años, desde Julio de 1999

P.- ¿Qué es lo que más te gusta de Galicia y de estar aquí?

R.- Del sitio lo que más me gusta es el olor de la gota de agua y me encanta ver las gotas cuando caen en las plantas. El verde de Galicia, había un pintor que decía que tiene 17 tonos de verde en el paisaje, en ese sentido es muy rico.

Que tiene poca apertura, es cierto, como emigrante lo siento. A mí me ha pasado, de buscar un trabajo y por mi acento no me lo dan. Desconfían de mi curriculum y no me creen mis estudios. O que si tengo muchos estudios, no sé cuál es el valor que tienen de los estudios latinoamercianos. De hecho cuando homologué mi título recibí una carta del Ministerio de Educación preguntándome “¿Con qué homologamos su título que no sabemos?”...

P.- Y además de las gotitas de lluvia de Galicia, qué te gusta de los gallegos y de las gallegas.

R.- Es difícil mantener una relación con el gallego, debes ir poco a poco, debes ganarte su confianza porque en principio son muy desconfiados, si le dices algo, no te creen, pero tampoco averiguan si es verdad y te encuentras con ese choque. Mi vivencia en Santiago con gente gallega dentro de la universidad fue muy distinta, hay más apertura, a la gente le da igual de dónde eres, interactúan. Cuando me mudé a Vilagarcía vi a la población real, lo que es tener un vecino, lo que es ir al mismo quiosco durante dos años y que te atienda la misma persona, que a lo mejor nunca te sonríe o que no da la posibilidad de hablar con ella. Cuando comencé con clases de Yoga, clases con el movimiento, conocí otro tipo de gente, gente que te aprecia. Con ellos la relación sí que es distinta, pero por ejemplo mi vecina después de 5 años no sé ni cómo se llama, les das los buenos días y no te contesta, parece que hablas con el ascensor. Hay como un rechazo implícito, no digo que siempre sea así, pero es algo que percibo. No obstante hay gente maravillosa que es de aquí, con la cual he compartido mucho, y hay otra que un día te dejan de hablar y no sabes por qué. Pero así son, después entendí que el tiempo y la salida del sol, tiene mucho que ver con ello, a veces no es una cosa con uno, sino con ellos mismos. Necesitarían mover más las cadera, más la columna vertebral, qué más da si eres bajito, más alto, más blanco, más negro, al final el sistema es el mismo y vamos a ir todos a la misma dimensión.

P.- ¿Qué dificultades has vivido por ser mujer inmigranta?

R.- ¡¡Uy por supuesto!! No es lo mismo ir con un masculino al lado y si es musculoso mejor y si es de aquí mejor que mejor. Cuando yo llegué a Vilagarcía no me alquilaban el piso porque no sabían quién era el papá de mi hijo, hasta que le dije a la señora de turno que soy viuda. Entonces hubo una comprensión porque ella también lo era. Pero mujer “sola” con hijos, eso ya es un impedimento pero hasta para tener trabajo. Sola con niño, se le enferma el niño, tiene que pedir permiso...

Ser mujer y latina ¡ufff! es una combinación de muerte lenta. Y para el masculino también, la mayoría que se te acercan te quieren descubrir, te quieren experimentar, te ven como un objeto al que hay que ver cómo funciona.

Eso de ser mujer es muy complicado.

P.- ¿Qué echas de menos de Venezuela?

R.- Todo, lo extraño todo, el clima, la gente, la facilidad con la que se dan las cosas, las veces que voy, me sale trabajo sin buscarlo, la gente me pide talleres. La valoración profesional es totalmente distinta.

Extraño la comida, las playas. La energía. La energía no es buena ni mala, la energía está y no está. Estar aquí y vivir las estaciones me hizo comprender el día a día y que cada cosa es distinta. Allá para mi era normal que el sol saliera todos los días. Yo empecé a extrañar al sol estando aquí.

Si hoy hace sol, debo de disfrutarlo porque mañana no lo sé.

¿Qué me encanta de aquí? la tranquilidad social. Me puedo tomar un café a las tres de la mañana y volver a mi casa, las probabilidades de que me suceda algo son mínimas.

P.- ¿De cuando te fuiste de Venezuela, hasta ahora, es otro país?

R.- Otro, el que justamente comenzaba de agarrar Chávez, ése que me dio la oportunidad de venir para acá...

P.- ¿A veces no piensas que tarde o temprano habrías acabado saliendo de ahí?

R.- Sí, eso lo pienso hoy en día, lo que hice fue adelantar lo que hubiese hecho después con más esfuerzo (es posible que haga un pintura de eso). Hubiera salido por obligación como todos mis amigos. Mis amigos están en Panama, en Chile, en Estados Unidos... Antes no sabía dónde quedaba Venezuela, ahora sé que queda en todas partes.

P.- Hace unos días vimos el programa “En Tierra Hostil” de la Sexta, estuvieron en Caracas y pudimos ver todas las vicisitudes a la que se enfrentan los venezolanos en su día a día...

R.- Sí es terrible. La última vez que fui a Caracas, mi amiga con la que me quedé, se levantó a las tres de la mañana para ir con su hijo a hacer fila para comprar pañales para su nieto, de una cola pasaba a otra, pero no consiguió comprarlos, con riesgo de que te asalten o que te maten.

Fotografía de Marthazul, marzo, 2017 en Vilagarcía
P.- Si pudieras volver, y si te ofrecieran un buen trabajo ¿Volverías?

R.- No, no lo haría, yo ayudo más a mi familia desde aquí que estando allá. Desde aquí puedo enviarle veinte euros a mi papá y él vive, yo estando allá para conseguir ese mismo dinero es la odisea del espacio. De momento no pienso volver. Si vuelvo, lo haría al sur, a la parte del Amazonas. El sur es más seguro. A la zona indígena no llegan los malandros.

P.- ¿Ahora mismo cómo te encuentras aquí?

R.- “Llorar no quisiera pero no encuentro manera”... En expectativa de conseguir algo, acabo de meter curriculum en una universidad de México, es un posibilidad. Lo que se me hace más difícil de aquí es el trabajo y si voy a pasar así más tiempo, pues no lo sé. Aquí con más de 35 años no sirves para nada.

P.- ¿Alguna sugerencia para futuras inmigrantas paisanas tuyas que quisieran venir a Galicia?

R.- Estar aquí sin dinero, sin trabajo, sin documentación, sin nadie que te respalde creo que es aún más duro que quedarse en Venezuela. No lo va tener nada fácil.

P.- ¿A ti no te da rabia que con todo lo que sabes no puedas explayarte en toda su amplitud?

R.- Profesionalmente me siento como la película: Atrapada y sin salida. Tal cual, porque tengo una vertiente de posibilidades para trabajar con la gente de cosas que se necesitan y te cierran las puertas. Y cuando vas, han agarrado parte de tu proyecto, ellos lo promueven como si fuera suyo, lo aplica otra persona que no tiene ni idea, y ahí ya no te dan más ganas de meter nada a organismos oficiales.

P.- ¿A qué te dedicas aquí?

R.- Hice la homologación de mi título de quiromasajista y osteópata, así que hago masajes descontracturantes, corrección de columna vertebral, y la mayoría de la gente me busca por contracturas. He trabajo en algún balneario, en algún gimnasio. Por otro lado también imparto talleres para la tercera edad, de memoria, de activación corporal, de arteterapia, y de pintura para llegar en esa persona el equilibrio interno. Me he dado cuenta que es un lugar donde la gente se deprime muy fácilmente.

P.- ¿Algo que no te haya preguntado y que quieras añadir tú?

R.-Sí, no me has preguntado por mi vida amorosa aquí en España, eso es importante, bueno dice la gente que es importante. Mi vida amorosa en España ha sido: A (sin) Morosa. Me cuesta la comunicación con el gallego.

P.- ¿Consideras que a ti como mujer y migranta te ha afectado el gobierno de Mariano Rajoy del PP?

R.- Sí por supuesto. No lo soporto. Cuando estaba Zapatero las cosas funcionaban distinto, había más flexibilidad. El PP ha quitado muchas leyes para los emigrantes, sacar la nacionalidad ahora cuesta muchísimo.

P.- ¿Cómo es tu relación con los venezolanos radicados en Galicia?

R.- Los venezolanos que están aquí son una colonia donde cada quién está sobreviviendo en lo suyo, pero yo particularmente no tengo mucha amistad con ellos, me relaciono mucho más con la gente de acá... Es contradictorio pero es así, el venezolano que está afuera no es como el colombiano emigrado, por ejemplo, un colombiano que ejerce de carpintero, cuando va a dejar ese trabajo, busca a otro colombiano para que quede en su lugar, el venezolano no, simplemente dejaría el trabajo y no le diría a nadie, no somos un colectivo tan solidario como otros.

P.- ¿Qué crees que pase en Venezuela en los próximo años?


R.- Esto tiene que desaparecer en algún momento, y si no desparece habrá un dictadura como la de los Castro en Cuba, pero una dictadura desastrosa, porque han arruinado todo, no se produce nada en el país. Por ejemplo, puedes encontrar una leche mexicana o un tinte de iraní, hay productos muy malos que llegan. Donde había caña, quitaron la caña y pusieron tomate, y ahora no se da ni caña ni tomate. Su comunismo ha sido de igualdad, todos a empobrecerse.

Entrevista por: Augusto Metztli
Edición de: Marthazul
Las fotos son de: Marthazul

El primer invierno en Galicia



Yajaira nos cuenta cómo percibió su primer invierno en Galicia.

4.7.17

Encuentros




Esta pintura la realicé a las 4 de la mañana después de algunas horas de haber escuchado  la obra musical del compositor venezolano Adrián Suárez llamada Watunna. Es una obra realizada después de varios años de investigación fusionando lo clásico con lo indígena.

El sueño que aparece en un momento donde me siento abstraída por los sonidos metálicos y el sonido final de maraca me conducen a plasmar en lienzo una pintura en donde el inicio comienza en un punto y se va extendiendo como si otros seres de energía me guiaran para hacerlo sumergiéndome en el círculo que con el azul, rojo, blanco, y violeta me dirigen a ese encuentro entre la vida y la muerte.

Entre el nacimiento y el renacimiento donde las escamas se caen para conectar con la luz de aquello que muchos en la oscuridad llaman muerte.

Morir para revivir y simplemente sentir.


Yajaira Miquileno,  10 de julio de 2017

26.1.14

Yude Aguilera: "Soy rockera de nacimiento"

A la artista cubana, el piano le encanta, pero mientras estudiaba en el conservatorio, descubrió algo que le gustaba más que el piano: dirigir coros.
Vilagarcía de Arousa, 24 de enero de 2014
Fotografía de Marthazul, noviembre, 2013 en Vilagarcía
Cantante de profesión, su voz se ha escuchado por toda la geografía gallega, emocionando al público variopinto. Pianista cubana enamorada de los paisajes y ríos de allá donde visita. Con una poderosa vocación de profesora, Yude Aguilera Vincench (Holguín, Cuba, 1979) nos cuenta de todo lo que le emociona, de su gran trayectoria en su país natal, y ahora aquí en su país adoptivo.

P.- Cuéntanos las primeras sensaciones que te vengan a la mente de Holguín, el lugar donde naciste.

R.- Fue donde nací y fue donde me crié, yo estuve entre Holguín y la Habana, porque mi familia por parte de madre es de la Habana y por parte de padre es de Holguín, ahí comencé mis primeros estudios de música.

P.- ¿Qué tal fue la experiencia de crecer junto a una profesora de ballet como tu madre Dulce Vincench, y un doctor en filosofía como tu padre, Luis Aguilera?

R.- Cuando tenía cuatro años mis padres se divorciaron, es decir, no estuve nunca con los dos al mismo tiempo. Siempre se llevaron muy bien, son muy buenos amigos ahora mismo. Viví un tiempo con mi madre, después se fue a vivir a la Habana, entonces ella para que no saliera de la escuela de música de Holguín, me llevó con mis abuelos paternos Irma y Octavio, que fueron los que me criaron, me crié con una estabilidad.

P.- ¿Y a qué se dedicaban tus abuelos?

R.- Eran maestros, mi abuelo era profesor de matemáticas, mi abuela era profesora de inglés.

P.- Leí que desde pequeña, me parece que desde los 7 años, tocas el piano. Cómo fue qué te decidiste por ese instrumento. Y más tarde cómo llegaste a estudiar para directora de coros.

R.- Lo que tengo muy claro es que me gustaba mucho nadar, entonces mi madre antes de que entrara a la escuela de música, me metió en una escuela de deporte, estuve año y medio haciendo nado sincronizado, era feliz. Pero después mi madre, no recuerdo que fue lo que pasó, se robaron el bikini o algo así, la escuela era un desastre, y decidió sacarme, sin preguntarme nada. Para mi madre era la música, música, porque ella era bailarina clásica, estaba en el Ballet Nacional de Cuba. Mi familia por parte de madre es de músicos, mi abuelo es saxofonista, director de muchas bandas en Cuba, buenísimo. Mis dos tíos, uno es trompetista y el otro es percusionista, batería, los dos están aquí trabajando en orquestas.

Mi familia, por parte de padre, todos son profesores, mi papá es doctor en ciencias filosóficas marxistas leninistas. Después al irse a la Unión Soviética, se hizo doctor en epistemología de la educación.

Fotografía de Marthazul, noviembre, 2013 en Vilagarcía
Después descubrí que me gustaba el piano, pero mucho después de comenzar la carrera. Es decir mi madre me dijo que cuando yo tenía tres años me compraron un piano de juguete, y todo lo que yo escuchaba en la tele de música, iba al pianito y con un dedo lo sacaba de oído.

A los siete años mientras estudiaba la primaria comencé mi primer año de piano básico, cuando empecé la secundaria a los doce o trece años, entré a dirección coral y entonces hacía las dos carreras al mismo tiempo. Después hice el examen para el nivel medio y entonces ya es cuando me gradúo, fueron catorce años de mi vida estudiando música.

La gente piensa que ser músico es muy fácil. Yo me encontré con un chico que me preguntó:
- ¿Y en qué trabajas?
- Soy cantante
- ¿Pero en qué trabajas? - respondió.
- Trabajo en una orquesta
- ¿Sí, pero a ti te pagan?- añadió
- Sí es mi trabajo.
Hago muchísimas horas, no duermo de noche. El músico debe de estudiar mucho, mucho y el instrumentista más. Porque te quedas una semana sin estudiar y ya no es lo mismo.

P.- ¿Alguno de tus pianos han tenido nombre?

R.- El piano lo dejé en Cuba, tengo un teclado pequeño. Pero no, no tiene nombre. El piano es muy difícil, porque no puedes ir con él encima. Mi papá me decía: "Me hubiera gustado que hubieras estudiado algún instrumento con el que tuvieras que cargar, porque sales tu sola por ahí y quién sabe que estudias piano, tienes que hacerte una camiseta que diga “toco el piano” o mirarte las manos el que sepa, todo el tiempo con las uñas de las manos cortaditas...". Mira, he querido toda la vida tener las uñas largas.

Te pierdes muchos juegos de niñez porque tú tienes que estudiar todo el tiempo. Tenía que jugar sola en mi casa con las muñecas, porque a la hora que todos los niños salían a jugar, yo estaba estudiando piano. Una vez nada más, me escapé de la casa, me puse a correr con mis amiguitos, a jugar a escondidas, me caí y me hice un esguince en la mano izquierda. Mi profesora por poco me ahorca, fueron quince días parada. Después mes y medio de fisioterapia, dedo por dedo a tocar todas las teclas del piano.

P.-¿Aquel piano sigue en casa de tus abuelos?

R.- Sí, lo utiliza mi hermana, es profesora de piano, recién graduada.

El piano me encanta, es el instrumento fundamental de todos los instrumentos, es el más completo armónicamente, y después vi algo que me gustaba más que el piano: dirigir coros, me encantan las voces.

P.- Eres muy joven pero ya tienes una amplia trayectoria en Cuba que abarca teatro, radio, zarzuela, ópera, música popular, coral y la docencia. Puedes hablarnos sobre ello.

R.- Una vez que me gradué empecé a hacer teatro musical durante tres años, también hice ópera, zarzuelas, muchas zarzuelas, eso sí, fue un mundo genial, yo creo que fue cuando mejor me sentí, más completa. En esa época llegaron unos americanos a Cuba (era la primera vez que llegaban unos americanos en plan cultural), para hacer “el Jorobado de Notre Dame” en teatro, entonces hicieron casting por toda la Isla. La obra completa iba ser en inglés, traían un traductor.

Escogieron a ocho cantantes de todo el país, nos hospedaron en un hotel ahí en la Habana. Fueron tres meses de ensayos diarios, clases de inglés, baile, teatro, canto, preparando cada tema, fue una obra preciosa. Se hicieron tres presentaciones, una de ellas a teatro cerrado con gente de Broadway. Me pasó algo gracioso, el día anterior ensayando, me partí la cabeza, con los tubos donde se ponen las telas detrás del escenario. Aún tengo la marca aquí arriba. Me dijeron mañana no te presentas, les dije que no, después de tres meses ensayando. Me puse una venda en la cabeza y así me presenté.

Al mismo tiempo nos invitaron al coro de Holguín a hacer la novena sinfonía de Beethoven en alemán, con la sinfónica nacional de Cuba, eran 180 voces. Estuvimos dos meses ensayando. Es decir, estaba yo saliendo de un teatro para ir al otro. Me sentí muy bien, me sentí super realizada.

Al final el gobierno no nos dejó salir de Cuba para hacer “el Jorobado de Notre Dame” en Broadway donde se tenía pensado, sólo hicimos las presentaciones de Cuba.

Esa fue la mejor época de mi vida.

P.- ¿Por qué o cómo fue que decidiste venir a España, en concreto a Galicia?

R.- Ya fue un poco más personal. Les hice una carta a uno de mis tíos, que ya los dos vivían aquí hacía catorce años, para pedirle que me consiguiera un contrato de trabajo, porque tenía 28 años, y era una edad donde yo puedo tirar pa´ lante, y me consiguieron un contrato de trabajo en una orquesta.

Cuba tiene cosas muy buenas y cosas muy malas. Te dan una educación muy buena, hay profesores magníficos, pero después ¿qué haces con todos esos conocimientos? No puedes desarrollarte. Lo mínimo como es tener un portátil en casa, no lo puedes tener, no puedes acceder a internet...

Tiene muchas cosas buenas: la medicina, la educación; tienes muchas cosas gratis: no pagas facturas de luz, agua; pero nada es tuyo, no tienes coche, casa, todo es del gobierno. Esa parte es mala. Yo quería tener cosas mías, poder comprarme un coche, conducir un día, tener mi pisito, trabajar, trabajar mucho para tener mis cosas y que mi familia también esté bien en Cuba.

Mi tío me trajo con un contrato de trabajo para una orquesta donde él estaba trabajando. Ya vine directamente a cantar a una orquesta, “Estelares” se llamaba. Una orquesta que me enseñó mucho. A pasar mucho trabajo, trabajamos en lugares horribles y eso me hizo fuertísima, he tenido que ir a Soria con menos 16ºC.

A los dos años de estar ahí, me llamó “Salsa Rosa”.

P.- Personalmente me sorprende mucho el fenómeno de las orquestas en esta zona del país, pero me sorprende mucho más una Orquesta llamada “Salsa Rosa” donde tengo entendido que son la mayoría chicas. ¿Qué tal fue la experiencia?

R.- La gente piensa que es por la salsa rosa de comida, pero no, es por la salsa de la música y el rosa porque son chicas, bueno hay dos chicos el batería y el trompeta. Ahí estuve tres años. Ahora me llamaron de otra orquesta, “Israel”. Es más de espectáculo, luces, volando por arriba.

P.- ¿En qué consiste tu proyecto Emotions?

R.- Todo comienza porque escuché a una cantante cubana, que es nueva, se llama Ivette Cepeda, con el tema: “Tu eres la música que tengo que cantar”. Me encantó escucharlo por ella, lloré muchísimo. Soy de las persona que cuando escucho algo que está muy bien hecho, que me atrae, lloro, me pasa igual que cuando veo que alguien baila muy bien o cuando veo algo muy lindo, sí, me emociono.


Así que dije “esta canción la debo de cantar”. Es muy difícil el tema, entonces llamé a  mi amigo Rey, el bajista de mi grupo. Le dije que quería tocar este tema, pero para tocar este hay que tocar más. Llamamos a mi primo que es batería, llamamos a Leo que es guitarrista brasileño, e hicimos un cuarteto. Ya de ahí busqué temas que siempre canté en Cuba, hay algunas que les metí un rollo más bossanova, otro más en funk, fui variando de géneros. Llevamos dos años con el proyecto.

Fotografía de Marthazul, noviembre, 2013 en Vilagarcía
Un día indagando en el Facebook me salió Julio Fowler. Julio tiene una prima que es muy amiga mía, Sori Pérez, le pregunté que de quién era el tema que ella cantaba de “Si me amas” y ella me dijo que era de su primo. Lo contacté por facebook, le comenté que acababa de hacer un grupo, y que estaba buscando temas para cantar, que si me permitía cantar algún tema suyo, y empezó a mandarme temas. Así que tengo cinco o seis temas de Julio Fowler. Después nos hicimos muy amigos. Me dijo que cuando fuera a presentarme, él venía.

Me fui a una discoteca de Pontevedra, y le dije: "Te voy a hacer un concierto gratis aquí, pero al día siguiente voy a traer a un amigo para que toque al día siguiente y todo lo que cobremos de entrada se le da a él". Aceptaron, así que di mi primer concierto, fue el inicio y el segundo concierto ya con Julio. Le encantó todo esto, le encantó como hice sus temas, y nos invitamos mutuamente a cantar.

P.- ¿Y ya tienes algo grabado, están pensando en disco?

R.- Me encantaría, sí. Estamos grabando temas, para presentarlo a alguna discográfica.

P.- Algo que me llama la atención es la cantidad de cubanos que hay en Galicia ¿Esto se debe a que aquí hay orquestas?

R.- Claro ¿en qué país del mundo vives de la música? Trabajar de lleno en la música aquí mismo en España, es en Galicia nada más. Imagínate ir a un sitio donde puedas trabajar de eso que estudiaste tantos años de tu vida.

P.- ¿Cómo es la relación entre el colectivo cubano que vive aquí?

R.- Nos llevamos muy bien todos, nos conocemos todos porque hemos coincidido en las mismas escuelas en Cuba, hemos tenido los mismos profesores. Un ejemplo, los metales de la orquesta Israel, todos estudiaron en mi aula, ¡increíble!, eran mis compañeros de escuela.

P.- ¿Te gusta Galicia?

R.- Me encanta Galicia, me parece que es muy sana, desde el punto de vista de la vida como tal. En alimentación, en paisajes, en aire, en todo. Nosotros nos quejamos porque llueve todo el tiempo, pero gracias a eso está todo lo demás.

P.- ¿Qué te ha aportado Galicia?

R.- Me ha aportado muchísimo, yo he cambiado muchísimo aquí, mi forma de vida ha dado un vuelco total. Me he hecho un ritmo de vida bastante sano, me alimento mucho mejor, me encanta caminar, me encantan los paisajes, mirarlos. Me apasiona ir a los ríos. Yo trabajo mucho la energía, los chacras, estar aquí en Galicia es increíble como desarrollas ese tipo de cosas. Y culturalmente me ha aportado muchísimo, porque canto todo, puedo cantar una mexicana y después un merengue. Es una ensalada de géneros.

Yo salí de la escuela cantando lírico y tocando música clásica, yo choqué con la calle, fue un choque muy grande. Llegué aquí cantando lírico. Llegué cantando los “Ojitos negros” (en lírico), la gente me decía: "Tía, cómo cantas así esos Ojos negros, venga caña y raja la voz". La pasé fatal. Por eso te digo que técnicamente y culturalmente me ha aportado muchísimo.

P.- ¿Cuál es tu género musical favorito?

R.- A mí la caña me encanta, soy rockera de nacimiento. Escuchaba Queen, Los Beatles con mis amigos que eran artistas plásticos.

P.- Llegaste aquí en el momento álgido de la economía española, en el 2008, justo en el zenit, donde todo cambió ¿Escuchabas eso en Cuba? ¿Qué pensabas?

R.- Sí, se escuchaba pero yo no le hacía mucho caso a esa historia, yo tenía en mi cabeza solamente trabajar y hacer cosas que quería, como cantar y lograr poder hacer un disco con temas que me gustan. Todavía no escribo temas propios, no me he metido en eso, pero ya lo haré, más adelante.

P.- ¿Qué planes de futuro tienes?

R.- Grabar un disco, seguir en las orquestas, y si me canso, pues volver a dar clases de piano.

Me encantan los niños, me encanta dar clases. Y eso lo saqué de mi papá. Yo di clases en Pontevedra, pero antes daba clases en Cuba. Tuve un alumno que lo tenían en una escuela especial de música, porque pensaban que tenía un retraso mental. Al niño le encantaba el piano, lo primero que escribió fueron las notas musicales. Lo puse a escribir música, y le di clases de piano, tenía muchas aptitudes para la música, descubrí que solo tenía retraso en el aprendizaje. Me senté con la mamá y la directora de la escuela especial, y les dije que el niño funcionaba muy bien, era muy inteligente; comenzaron a valorarlo, la psicóloga acompañó al niño a mis clases de piano, para que vieran como se comportaba conmigo. La diferencia era abismal. Él participó en el primer concierto que dieron mis niños. Al final lo cambiaron de escuela.

Yo fui a Cuba en noviembre del 2012, mis niños y alumnos mayores me esperaban ahí en Holguín donde estuve una semana porque solo pude ir 21 días, en ese entonces era lo que se nos permitía…

Entrevista por: Augusto Metztli
Edición de: Deborah Castro
Las fotos son de: Marthazul

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